Este fin de semana he corrido mi primera media maratón de montaña: la Mamova de 21K; la hermana pequeña de la Maratón de Montaña de Valencia. Fue espectacular, más duro de lo que esperaba (llevo muchos años alejado de las montañas de verdad) y muy rápido (el resto, no yo). En estas carreras suelo ponerme como objetivo tardar el 50% más que el primero. En el 2015 el ganador lo hizo en 2h, así que mi objetivo era bajar de las 3h. Sonaba razonable.
El domingo amaneció para mi a las 6 y media de la mañana: tenía que desayunar tranquilo y luego aún me quedaba más de una hora de carretera. Mi intención era haber madrugando un poco más y llegar a tiempo de ver la salida de la maratón (a las 8h), pero al final preferí descansar un poco más y salir relajado. Llegué bien, la verdad es que está muy bien señalizado y antes de entrar en La Pobleta nos desviaron a una zona para aparcar arriba: sin problemas. Saqué los bártulos y fui a la consigna a dejar la mochila con la ropa para cambiarme al acabar y de ahí directo a la salida. Eran las 8.55 y estaba sorprendentemente tranquilo.
En la salida desvirtualicé (por fin) a Txinin, me puse casi al final para no molestar (luego lo lamenté). A la hora en punto se dio el pistoletazo de salida. Empezaba la aventura. Había gente hiperequipada. Yo, por el contrario, había decidido que iba a correr ligero. El día de antes me había comprado un bidón blando de salomon (ya os contaré mis impresiones) que llevaba en la mano y el resto se limitaba a una mallas, una camiseta de manga corta y un cinturón ARCh MAX para llevar pañuelos, el ventolín, el móvil retro y poco más; y ya está.

En el kilómetro 7 estaba el primer avituallamiento de líquido y allí rellené el bidón ¡lo llevaba a menos de la mitad! Parecía que llevar agua había sido una buena decisión. Me puse de nuevo en marcha y me preparé para la primera subida dura, hasta la ermita. La senda era bastante pedregosa, así que me lo tomé con calma para no tener ninguna torcedura. Además, de nuevo me encontré con un tapón de gente andando, así que no había nada que hacer. Además era una zona bastante mala para adelantar. Conseguí pasar el tapón y enseguida llegamos al primer muro de la carrera: la subida a la Ermita de Sta Margarita (Bardés) donde estaba el primer avituallamiento sólido. Esta tocaba subirla andando por obligación. Y de nuevo íbamos bastante separados, así que pude subir adelantando sin problemas. Una vez arriba, me paré casi 5 min a recuperar energías, beber, comer algo (había naranja, plata, dátiles−mi debilidad− y chuches). rellené el bidón mezclando agua y bebida isotónica (la isotónica sola me da mucha sed) y continué la subida. Me pasaron muchos de los que había adelantado subiendo, pero no me agobié por eso. Quedaba la otra mitad de la pared antes de empezar el descenso. De nuevo, empiezo bien, pero acabo alcanzando a un nuevo grupo lento que me perjudica bastante. Tampoco se puede adelantar casi y hay una chica que lo está pasando mal. Al final se llega a una zona más despejada y puedo escaparme un poco. Una vez arriba quedaban 2 o 3 kilómetros cresteando por el límite entre la Comunidad Valencia y Aragón. Un paisaje duro, como esta tierra, pero muy bello. Aunque no te puedes distraer so pena de tener un disgusto. Es una zona delicada, pues estás en medio de ninguna parte, sin posibilidad de ayuda ni escape. En la cima hay dos banderines esperando con gente que te da ánimos, y empieza todo el tramo de vuelta, que es de bajada.
El principio es muy técnico y complicado (al menos para mi), pero me encuentro bien de piernas y voy relajado, con los brazos abiertos para guardar el equilibrio. Me atrevo a ir ligero, saltando, resbalando en las piedras, pero con cuidado, no quiero que la carrera se acabe aquí. El camino está bien señalado con tiras naranjas (es imposible perderse), pero me paro un par de veces a pensar la bajada. Este tramo lo hago solo y ya seguirá así hasta la meta. Casi al final de la bajada alcanzo a otro grupo que baja despacio (casi igual de lento que la subida), pero son solo un par de repechos hasta llegar a la pista. Se nota la adrenalina de la bajada. En la pista trato de coger el ritmo ya de carrera. Se agradece el cambio. Al rato el último avituallamiento en el kilómetro 15. También paro a rellenar el bidón ¡y van 4 de 1/2 litro! y comer algo, pero esta vez paro meno. Faltan solo 6 kilómetros y lo peor ha pasado.
Al llegar, el avituallamiento para recuperar fuerzas, con fruta, bocadillos, cocas, frutos secos, gominolas, agua y bebidas. Caras de agotamiento y de alegría a a vez por haber terminado. Comí algo y me puse a estirar. Me sigue sorprendiendo que los corredores obviasen parte: todos calientan, pero solo estábamos 3 personas estirando. Y créeme si te digo que hace falta después de un esfuerzo como ese. Luego a la ducha y ya limpio y con ropa y zapatillas nuevas, solo quedaba volver a casa. La aventura había terminado.
Sol me queda agradecer a los organizadores, a los voluntarios y a los habitantes de esos pueblos que han posible que un pardillo como yo pueda correr por los montes. Volveremos a vernos, seguro y la próxima vez, quizá me atreva con la segunda vuelta.
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